SaaS, o Software as a Service, es una aplicación del avance de la tecnología en un mundo en cual el acceso es más relevante que la licencia en sí.

El Software como Servicio (SaaS) en sus siglas en inglés, ofrece a los usuarios la posibilidad de conectarse a aplicaciones alojadas en la nube a través de Internet. También poder operar con ellas sin la necesidad del apoyo de sistemas cliente. Al optar por este modelo los empleados de una organización pueden acceder en remoto a toda la infraestructura de la organización simplemente a través de Internet.

Las soluciones en la nube son un concepto muy arraigado en el ámbito empresarial desde hace años. Aun así, existen diversos modelos que pueden ofrecer ventajas diferentes a nuestro negocio y que es necesario conocer. Por ello, la elección de la arquitectura específica de despliegue en la nube y el modelo de servicio por el que optemos definirá si la apuesta de una compañía es realmente transformadora o simplemente una solución a medio plazo sin demasiado respaldo estratégico. En resumen, SaaS supone ir mucho más allá del simple “Cloud”.

El despliegue en la nube convierte a su organización en más vulnerable ante riegos de seguridad que se evitarían en un entorno local. Algo incierto puesto que alojar plataformas de software requiere de la participación de los partners más sólidos del negocio como Google Cloud, Microsoft Azure o Amazon Web Services. Estos ofrecen medidas muy superiores a los que la mayoría de las empresas mantienen en sus propias salas de servidores o centros de datos. 

Resueltos ambos conflictos deberemos decidir por qué modelo de despliegue en la nube concreto apostamos. No todas las nubes son iguales. Los tres términos básicos más populares que las diferencian son:

  • Infraestructura como servicio (IaaS)
  • Plataforma como servicio (PaaS)
  • Software como servicio (SaaS)